
Medalla Bendición San Francisco oro 18 kilates
Medidas: 20
Bendición de San Francisco
La bendición de san Francisco de Asís al hermano León, escrita en un pergamino de diez centímetros de ancho por catorce de largo, es uno de los tres autógrafos que se conservan del Santo de Asís. Los otros dos autógrafos son las Alabanzas al Dios Altísimo (que se conserva, al igual que la Bendición a fray León, en la Basílica de San Francisco de Asís), y una carta personal que san Francisco escribió al mismo fray León, que se guarda en el archivo de la Catedral de Spoleto, en Italia.
Historia de fray León de Asís y de la «bendición»
Fray León de Asís era un sacerdote que llegó a ser el más célebre de los compañeros de Francisco de Asís, uno de sus predilectos y más amados. San Francisco lo tuvo como confesor, inseparable secretario (por ser conocedor del latín y suficientemente culto, fue su principal amanuense), y enfermero. Francisco le hacía a fray León confidente de sus secretos y, probablemente por su sencillez y simplicidad, le llamaba «ovejuela de Dios».2 En agosto de 1224, fray León fue uno de los que acompañaron a Francisco al monte Alvernia donde, según los escritos de Buenaventura de Fidanza y otros documentos de la época, el «pobre de Asís» recibió los llamados «estigmas de Cristo»,3 para luego escribir en un trozo de pergamino las Laudes Dei altissimi (Alabanzas al Dios Altísimo).4 Fray León habría sido el testigo más próximo a Francisco en el momento de su estigmatización,2 aunque muchos serían los testigos de sus estigmas luego de la muerte de Francisco.
En ese tiempo, estando el hermano León atormentado por una terrible tentación, guardaba la esperanza profunda de que las palabras del Señor junto a algún manuscrito del hermano Francisco le retornarían la calma. A pesar de ello, no se atrevía a revelarle tal deseo a su santo hermano mayor. Sin embargo, y según la interpretación de los biógrafos de Francisco de Asís,3 el Espíritu de Dios inspiró a Francisco a escribir y entregar a su fraile las siguientes palabras:
«El Señor te bendiga y te guarde;ilumine su rostro sobre ti y tenga misericordia de ti.Vuelva a ti su rostro y te conceda la paz.El Señor te bendiga, hermano León.»
E hizo la siguiente acotación: «Toma para ti este pliego y consérvalo cuidadosamente hasta el día de tu muerte». Al instante, desapareció del todo la tentación, según narra Tomas de Celano (2C. 49).
El escrito finaliza con el bien amado signo de la TAU franciscana.
El hermano León anotó posteriormente en esa chartula o pedacito de pergamino una serie de acotaciones autobiográficas con tinta roja: «El bienaventurado Francisco escribió de su puño esta bendición para mí, hermano León». Y debajo del cráneo, signo del primer Adán salvado con la muerte en cruz del segundo Adán (Jesús) el hermano León apuntó: «También de su puño hizo el signo TAU y la cabeza».
El hermano León tuvo sus pruebas interiores, y Francisco se las adivinaba, como si viera reflejada su alma en el cristal de su candidez. Una vez, para animarle, le escribió una Carta, también autógrafa, que se conoce como Carta de libertad evangélica:
Hermano León, tu hermano Francisco: Salud y paz. En este escrito dispongo y te aconsejo reduciendo todas las palabras que hemos hablado en el camino. Y, si después tienes necesidad de venir a mí en busca de consejo, mi consejo es éste: haz en todo, con la bendición de Dios y mi obediencia, lo que te parezca mejor como agrado del Señor, y sigue sus huellas y pobreza. Y si te es necesario para tu alma, por motivo de otro consuelo, y quieres venir a mí, ven, León.
Francisco de Asís